Sobre su obra

Para clavar el corazón

En Suplemento Cultural Diario El Litoral, Santa Fe, 2-1-1999
Por Rosa Gronda

Con originalidad y belleza, los sentimientos del alma femenina pueden transformarse en la carne de un libro. Así lo demostraban las “Cartas” de la autora (Ed. De la Flor, 1992), quien continúa profundizando este inagotable territorio en “Las Preguntas”. La refinada estética del sentimiento abandona la estructura epistolar y se apoya ahora en el inestable cimiento de un discurso interrogativo, permanente umbral desde el cual se impulsa la duda como método de conocimiento.
Como “a través de una lente”, imagen de la necesaria mediatización que demanda el artista, Liliana Lukin bucea descarnadamente en el dolor y el amor que producen la memoria y el olvido.
Preguntas “para conocer” y preguntas “sólo por preguntar y oír la música” (una música que está más allá de los sonidos), la escritura acumula interrogantes lanzados como dardos hacia un centro: “Pregunto como quien dispara una flecha / al corazón de la manzana: para clavar el corazón”.
Poeta-maga, Lukin maneja con maestría un código barroco que imprime a su palabra un sello de prestidigitación e ilusionismo, que no obstante tampoco queda fuera de la duda: “¿Girar no es una gimnasia ridícula / que saca de lugar confunde / cielo y suelo y vuelve / cada cosa algo que se mueve / y algo que se deja ver?”
Líneas surreales y una lúcida racionalidad se entrecruzan en la plurisignificación de estos poemas, donde la inteligencia descolla y es capaz de conducir hacia su objetivo aún como “un faro apagado en la noche”.
Desde la afirmación de la mujer como protagonista y sujeto capaz de disputar la posesión en otros planos, se dibuja un camino que discute la sustancia del erotismo y acerca opuestos. Una forma de conocimiento que persigue una “estética del amor” y una “estética del dolor” buscando participar también en la construcción de una retórica erótica que parafraseando a Verlaine, hable “de algo más que el simple copular…” y esto explica la permanente inclinación a tender puentes entre lo intelectual y lo animal, el instinto y la imaginación.
Es importante notar que, en su extrema paradoja, la poética de Lukin también se acerca al inefable misterio de la poesía mística, a su juego antitético de pasión e intelecto: “¿Amorosa la herida ya ha curado antes / de abrir la llaga más? ¿sorprendida? / ¿ardiente? / abrir la llaga y al mirar verla cerrada”.
Luego de extasiarnos de originalidad, las preguntas-poemas del libro cierran su círculo instalando la mirada de un yo que aspira ante todo a “ser” él mismo y nos dejan la sombra de una propuesta que reclama “ver con otra claridad” y con la imaginación como llave para aspirar a la construcción de un “relato carnal” que una la filosofía y las sábanas con la seda del erotismo y los dientes del pensamiento.