Sobre su obra

En los renglones

Por Claudio Martyniuk

El espacio más intenso del ensayo se halla en el trabajo del lenguaje sobre las experiencias que jaquean lo decible, tensando la cuerda de las palabras, mostrando perfiles que se vacían, flotando con lo que interpreta y obligado a indeterminar la significación, a mostrar que lo diferente de una trama de sentido –nylon transparente, nylon- no necesariamente carece de sentido. Ese ensayo que parece configurado en los entresueños, observando intensamente con los ojos semicerrados, pule las palabras hasta hacerlas cristalinas a veces, a veces opacas, para recuperar su aspereza, a veces desclasificarlas, ese ensayo se refugia en la poesía, como lo muestra La Etica de Lukin. ¿Y acaso la poesía que danza con la filosofía no es aventura en su ensayo? En estas esquinas se halla una poética de la demostración que recorta, demarca y confecciona distritos, una poética del demostrar que, con incisiones, muestra. (W, para quien tal vez la Etica de Spinoza fuera una poética, en su “Conferencia de ética” de 1929 dijo: “no podemos escribir un libro científico, cuyo objeto pueda ser intrínsecamente sublime, y que esté por encima de todos los demás objetos. Sólo puedo describir mi parecer mediante la metáfora siguiente: si un hombre pudiera escribir un libro de ética que fuera realmente un libro de ética, este libro destruiría todos los demás libros del mundo mediante una explosión.» W, que ya en el Tractatus había afirmado que “Etica y estética son uno y lo mismo”, 6.421, conjugó mostración poética y acción lógica).
Podemos leer en Lukin una indicación sobre el demostrar:

Sueño con una puerta:
armo mi cerrojo
(…)
Escolio:
sueño con pertenecer. Yo(…)

La forma, el ideal retórico de una época: more geométrico, pertenecer cartesiano, newtoniano, hobbesiano, más aun: platónico, pitagórico. El modo geométrico es poética devenida ética, hermenéutica activa, activación de potencias. En ese modo, desechar la melancolía como apagar el hambre y la sed –Spinoza.

(…)sueño con dejar
palabras en el oído(…)

Esas palabras dejadas en nuestros oídos, arrojadas a un embudo animal, aletargadas, materialidad pura en esa vida otra, idealizadas en el sueño de no pasar la vida en soledad –Spinoza. Palabras, íconos o cura por mano propia de la melancolía: filosofía y poesía, tan diferentes al derecho, que impone un antimelancólico obligar a la sociabilidad. Ese yo poético, reducido a oído, en la intersección del animal –como están en las imágenes del libro-, del pensador –melancólico, como lo mostró Durero-, del poeta –que provoca el oído, que se dona en el dejar.

En la incompletitud de los sueños, un porqué de la persistencia de la poesía, también de la filosofía:

(…)Los cristales solidarios
dan visiones
donde lo cóncavo o convexo
es imaginación
deseo y conciencia. (II)

Potencia y conatos, poiesis filosófico-poética, escritura en la que se juega una disputa en el yo, presiones como recuerdos, lenguajes confesionales, herramientas que hunden a Babel en la piel:

Todo lo que escriba será
usando en mi contra,
/…/
todo lo que escriba
será usado en mí. (III)

Lukin, sólo puertas (iv) entro en la oscuridad (v). Ni develamiento, ni rememoración, el camino –método- expone, desampara. Lukin: Sueño con voluntad (vi) –¿música –Shopenhauer- o silencio –W? Equivalencia poética en la crítica del sentido.

Deseo, tristeza, nadando a la visión perspicua y el gozo de recibir como un golpe moral / la totalidad de lo visible:
(…)
En desesperación recibo
como un golpe la desesperación: (vii)

Soñar, extranjería. El sueño, como manos con guantes rozando cópulas. ¿No es un sueño que la alegría nunca pueda tener exceso-Spinoza? Sueño antiutópico que aplaza el peso de lo incumplido, lanza una voz que se eleva desde confines, hunde en páginas, asfixia de palabras e imágenes. Guantes en renglones: masticando lo que abunda en el día, viendo insomnios, en la extrañeza del ruido de los dientes, soñando con el que escribe. Cautela. Ya caricias y rasguños –la escritura poco conoce del cuerpo humano, su caverna. De laberintos de ideas de las afecciones, de lo que es afectado el cuerpo, de las ideas del cuerpo y el cuerpo, del uno, alma y cuerpo uno, de la unidad prebabélica, de la comprensión infinita, las poiesis sagaces del lenguaje que cortan, diferencian e hilvanan. Y lo incauto se ensaya en la poesía, rebasa la función, aunque a veces pretende lo mismo del funcionario: reconocimiento del amo que es ejercicio de servidumbre voluntaria.

Imágenes, concepciones del pensamiento en vuelo, visibilidad inteligible sin transparencia: metáfora, entonces, en renglones ilimitados que albergan la semejanza –y la diferencia- de filosofía y poesía en la signatura. Poiesis de la mano en guante, se pregunta qué puede la poesía, en sintagmas al infinito.

(…)Así, sueño que puedo
unir lo que estaba separado (xix)

Una fraternidad del lenguaje, que hermana al dar con la palabra que cose, con el signo que cae como puente al otro lado, con el sentido opuesto a la devastación; con la lengua como mordedura, el verbo en guerra a la temporalidad. Es un orden que hunde el cielo de la tierra, explora el desierto del agua. Amén del autoconsuelo poético.

(…)que toda boca sacie su vacío. (xxii)

En la pecera del alma, bajo las fiebres rituales, la vida brillando por sus frutos: la ficción de voluntad, sobre la geología del lenguaje. Palabras minerales, silencio o música, programas que condensan el inhallable “decirlo todo” . Poemas cartesianos que dudan soñando en escritos, que expresan el miedo de perder el sueño, la atracción por los entornos infinitos. Poemas franciscanos.

(…)sobre las migajas advierto
codicia de lo pronunciado. (xxvi)

Carnadura del sueño, la escritura, saliva de lo real (xxvii): hiervo (xxviii), dice –y qué más ficción que la del éxtasis-, poiesis que cambia de estado, pasaje: la felicidad del poema. La poesía es un modelo de hostia.

(…)Sueño con una palabra
con la que ya he comulgado: (xxix)

Es trascender cuando apenas se camina entre renglones, soñando una alianza entre el verbo/ y la esperanza. Soñando contra el tiempo en el que los seres están, existen, son fatigados. Refugio en un renglón. Pero cualquiera muestra el descampado. Entonces se quita velos el sueño. Alambres, jaulas, allí va el pájaro, a la punta del diseño, dentro de la sobra de la escritura, en el jardín de renglones, con el apagamiento de las figuras, en un teatro que muestra la sensibilidad, expuesta, abandonada, rendida a la gravedad, en la detención inquietante del sueño.

(…)Sueño con una puerta;
armo mi cerrojo
como una llave.

Tal vez, al oído, desde el regazo –los renglones de libros y cuadernos-, se suspenda el desacuerdo entre la materialidad sensible y el pensamiento. Y los renglones se acerquen a una materialidad, una, singularidad sin caza, cuidada con delicadeza, del otro lado de esa puerta, detrás del cerrojo. Sueño mimético, poética política. Más allá, más acá también, de la caverna, la poesía brillará desde el confinamiento platónico. En los renglones prosigue el ensayo. Rodeada de vacío, la puerta, el cerrojo, la llave, el sueño. Haciendo vacío, para la atención de la palabra en el oído, para un dejar.

Claudio Martyniuk