Entrevistas

La palabra al rojo vivo

2003

Por Jorge Boccanera

Dos libros aparecidos recientemente vuelven a colocar en el tapete de las letras locales el fuego insinuado del erotismo: “retórica erótica”, de Liliana Lukin, y “Poesía erótica argentina”, compilación a cargo de Daniel Muxica.

Hay quienes aseguran que una escritura producida desde los bordes del deseo con el aguijón imaginativo, es pródiga en autores –Eugenio Cambaceres, Julio Cortázar, Enrique Molina y Eduardo Mileo, entre otros. Mientras que otros entendidos, como Jacobo Bajarlía, autor de un “Breve diccionario del erotismo”, hablan de la carencia de una tradición erótica en una sociedad retrógrada respecto de las cuestiones del sexo.

Para Muxica, responsable de la compilación “Poesía erótica argentina”, es complicado definir ese género “que va de San Juan de la Cruz a Sade; ahí está, por ejemplo, Esmeralda, la gitana que baila y es reprimida en ‘El Jorobado de Notre Dame’, en una situación de erotismo de alto voltaje y sin embargo no está considerada como literatura erótica”.

Por su parte, la autora de “retórica erótica” agrega que “el goce se acerca al sufrimiento y el placer a la satisfacción; creo que el erotismo nunca deja de ser placentero. Es un espacio que se abre para que penetre el placer, y que sólo es posible cuando es compartido. Es uno de los pocos resquicios para la satisfacción del deseo en su sentido más amplio”.

“Ahora –agrega Lukin-, habría que preguntarse por el acceso a lo erótico en nuestro país, si la capacidad de disfrutar está fomentada, si es una elección posible. Yo creo que no”.

Flota en la conversación el pensamiento de George Bataille, acerca de que “lo que está en juego en el erotismo es siempre una disolución de las formas constituidas… de esas formas de vida social, regular, que fundamentan el orden discontinuo de las individualidades definidas que somos”.

En relación al marco social, Muxica adelanta desde el prólogo la idea de que en la poesía argentina el erotismo raya en lo solemne: “Sí, aunque habría que decir que hay un rompimiento a partir de los ’60 y de la literatura escrita luego por mujeres”.

Lukin sostiene: “En todas las épocas, para ciertas palabras donde se deposita esa zona donde las sociedades no actúan por falso prejuicio, aparecen emergentes, por ejemplo, sujetos que escriben literatura erótica. En uno de mis poemas digo, ‘entre la palabra y el acto no debieran los otros poner tanta distancia’, y de eso hice mi poética. Creo que no se puede hacer buena literatura erótica si no se la actúa, pero no sólo en la sexualidad, porque el erotismo va mucho más allá”.

Tras afirmar que el erotismo está cerca del lujo de los sentidos –“Lujo en el sentido de una elaboración personal, individual”- Lukin habla de la relación erotismo-mujer: “En los ’80 una cantidad de escritoras entraron a la literatura de una manera fuerte. En la escritura de las mujeres, desde siempre, hay una relación con el cuerpo. Fue más desinhibida aunque culturalmente aparezca lo contrario y en el imaginario el varón aparezca como menos reprimido.

Corporalmente la mujer es mucho más libre, esto tiene que ver con su propia biología y con su historia. Desde siempre, la conexión de la mujer con la tierra fue temida por el hombre; el cuerpo dador de vida, el tema de la menstruación, etc. Ahora eso está más asumido y la mujer aparece escribiendo, pintando, actuando, bailando. Creo que la desnudez, la metáfora con lo sexual y el generar situaciones eróticas es la base del trabajo de las mujeres con el arte”