Sobre su obra

ENSAYO SROBRE EL PODER

De carta a la autora
Por Noé Jitrik

Querida Liliana, es mejor no leer comentarios, por más inteligentes que sean, ni prólogos, por más complejos que sean, cuando uno quiere conectarse directamente con un texto. En tu caso dos, que tengo en mi mesa y que no pude leer sino hasta hoy. ¿Como me conecté con ambos? Ante todo dejándome llevar por esos conjuntos de palabras como me suele suceder con la música, y no porque tus poemas sean modernistas: resonancias, impregnaciones. y, a continuación qué hacer con ellas o, mejor dicho, con los textos mismos además de intentar ingresar en el universo que trazan. ¿Describir lo que uno cree ver, como los críticos literarios? No es necesario: están ahí y «se ve» el giro que siguen, la línea que van trazando de la cual, contradiciéndome, diría que trazan algo como un campo de batalla en el que se dirimen fuerzas, la de las palabras contenidas, limadas, y la de las imágenes que intentan ir a alguna parte, conceptos, núcleos, residuos, perfectamente expresados en las palabras clave de ambos libros: amor y poder, como si se dijeran, pero no como una lección, el poder del amor o el amor del poder, sino como la intrincada red  que conforma otro poder y otro amor, la poesía. Y ahí es donde  el ajuste, el modo, resplandece y hace de ambos textos algo material, una propuesta que ilumina una posibilidad. Me detuve en los poemas que empiezan con la negación: No. Afirmación desafiante, seguida del verbo ser, inmersión en lo incontenible, libido pero, en seguida, como no queriendo renunciar, contrastada por un «sino», que vendría a ser el salvavidas racional, equivalente a un «pero». Me pareció sentir, en ese juego, algo mas que una dialéctica, una suerte de temblor wittgensteiniano, hasta un tembloroso temor a la incertidumbre, eso que W., contradiciendo a Gödel, W. neutraliza. Entrega, entonces, a lo que puede suceder, lobos y corderos en un eterno juego de aproximaciones y distancias, pero reservando cartas. En fin, no sé, apenas atisbos en dos textos de una extraordinaria solidez.

Te pido perdón por estas divagaciones pero, así mis pensamientos sean difusos, el que algo me haga pensar es un don. Tu don. Besos, N.