La extranjera, Hélène Cixous

2002. “La extranjera, Hélène Cixous” en la Revista “La Pecera” Nro. 3, publicada tambien en Cultura y Nación del diario Clarín, en 2001.

Publicado en Clarín Cultura y Nación, el 23 de marzo de 2002 y en Revista La Pecera nº 3, Mar del Plata, Argentina, 2002

Doble madre escritura


por Liliana Lukin
“Me comía los textos, los chupaba, los mamaba, los besaba. Soy la hija innumerable de su multitud”, escribe la que tuvo que construirse una lengua entre el francés de su padre, el alemán materno y  el de su tierra nativa, en el desierto. Estos cruces serán su materia: extranjera, mujer, judía, víctima de discriminación, representante de minorías. Cixous alimentó su escritura con lecturas psiconalíticas y una intensa formación filosófica, y sus trabajos de interpretación literaria ( Joyce, Tsvietáieva, Celan, Ajmátova, Lispector) son revelaciones de lectura creadora.  En su ensayo “Entre l’écriture” (1986), relato de cómo la niña adviene a una voz, en lucha con un universo de silencio, se despliegan las matrices políticas y poéticas de su obra. La escritora extrema su visión, como con un microscopio sobre la palabra, dejando el hueso del sentido (de los sentidos) en desnudez. Ursula Le Guin dice  que  Hélène pide escribir con “escritura blanca, escritura de leche, escritura materna”.  Entre sus libros “Là”, de 1976, (que Derrida aconseja leer en contrapunto a ‘La femineidad’, de Freud)  y “Le jour oú je n’étais pas là”, de 2000, de los que aquí se traducen fragmentos, ella ha podido, ha sabido darnos ese idioma de carne, que nombra a cada cosa como si la mordiera, en sus raíces crudas, para  que sea vista por nosotros con su nombre original,  y no pueda tener olvido.
 
La extranjera
Nacida en Argelia en 1937, H.Cixous emigró a Francia en 1955 y en 1967 publicó el primero de sus libros. Protagonista del mayo francés, en 1969 fundó, con T. Todorov y G. Genette la revista Poétique y en ese año su novela Dedans mereció el Prix Médicis.  Desde 1984 trabaja con Ariane  Mouchkine, escribiendo para el Théâtre du Soleil. Fundadora y Directora del Centro de Investigaciones en Estudios Femeninos de la Universidad de París VIII,  publicó extensamente en Des femmes, editorial especializada en textos de  y sobre la mujer.  Hélène Cixous, a quien Derrida considera “la más vidente de los poetas, en quien leo el pensamiento previsor, la profecía en la lengua”, también “habla” del tercer mundo, Vietnam, los campos de concentración, la infancia, siempre con un trabajo de ruptura lingüística, entre la poesía, el ensayo y el relato,  y como ella dice : “desde la escena del inconciente a la de la Historia”. Sus únicas obras traducidas al castellano son el prólogo y epílogo a “Carta a la Amazona…”, epistolario de Marina Tsvietáieva y el texto “Sa(v)er”, reunido en el libro “Velos” con un reportaje y comentario de Derrida sobre esa obra, bajo el nombre de “Un verme de seda”.

Selección de textos de Hélène Cixous, traducidos con Marcelo Sierra, inéditos en nuestro idioma:

Una sed que enciende otra sed
Allí (“Lá”)
Yo quiero vulva. Que ella pronuncie mis nombres, y yo tengo. Que ella me lea el libro de mis partes, y yo misma avanzo con el libro de mi cuerpo en mi boca, y en mi boca contengo el volumen que ella abre para mí. Si las palabras siguientes salen de mi boca, podría ver mis dos cuerpos a plena luz, podría recorrer mi Tierra mezclándome a mis vivos, mis potencias corporales no sufrirán ningún eclipse, eternamente, y todo lo que ella pronuncia se hace bello desde el punto de vista de mi lengua: «¡Vulva! Y fuera de la oscuridad donde vegetaba mi boca divina luminosa se levanta el nuevo astro. ¡Y tengo mi vulva! En verdad mi boca y mi lengua, esos son mis ojos para vivificar mis rincones estancados. ¡Tengo mi vulva!
(…)
Me apodero de esta lengua mía que es también mi madre y la de todas mis hijas.
Y con ella abro la boca de los ojos.
Entonces todo lo que se  ve habla y cada palabra enciende otro nudo de sentido.
Habiendo llegado al mundo con ella, -pero ella vuela y yo vacilo- soy la hermana de mi lengua incluso la madre de mi madre soy su hija su higo verde.
Tengo la pasión de su vida, quiero que ella me abra sus caminos no la ciencia por el arte, ni la ciencia por la ciencia sino apasionadamente la mujer por la mujer. ¡Que ella me lleve a mis misterios!    (1976)
El día en  que yo no estaba allí (“Le jour oú je n’étais pas lá”)
En la foto una niña con los ojos fijos. Tiende un brazo y al otro lado un pequeño damasco rosado. Miro más de  cerca. Es un muñón, un fruto marchito. La carta cuenta. La niña normal sonríe, sin desconfianza, de verdad, el muñón es muñón. La carta explica. La pequeña Irina de dos años ha sido devorada una noche hasta el brazo por otra Irina, doce años, que muerta de hambre comió hasta ya no poder. ¿Comenzando por los dedos? Por el antebrazo. ¿La pequeña gritó? Aulló de dolor en el orfanato huérfano pero una enfermera extenuada por noventa y seis niños en una pieza no quiso levantarse. ¡Dormir! ¡Dormir! Yo quiero dormir, gritaba durmiendo. ¿Es todo? La carta  no sabe qué decir. Pobre Irina, pobre Irina. ¡Qué inocencia! ¡Qué inocencia! Más tarde ya no tenemos el coraje de la inocencia, nos dejamos morir de hambre. Qué crueldad: las palabras: inocencia: crueldad. El hambre se arroja encima y las hace sólo un bocado. ¿O bien Irina dejó de devorar mientras tenía todavía hambre pero menos hambre de todos modos? ¡Cuántas preguntas! ¿Quién responderá de Irina y de Irina? ¿Son todavía de este mundo?, me pregunto. ¿Pero qué quiere decir mundo? Nunca hubo mundo, nunca hubo mundo mundo.  
Fue el hambre quien devoró el antebrazo y la mano. Digo devorar y no comer porque durante la comida Irina no comía,  se apuraba, sin reflexionar. Ahora Irina e Irina están bien vivas aunque disminuídas y aumentadas. No hay mal, solamente una tragedia. Todo es falta del otro.
(2000)

(sin título)
No se parte, no se vuelve
El gusto de la palabra asesino duro y suave
en la boca
debemos poder decirla   probarla
podríamos  engarzarla
montarla como una piedra
en el anillo de la mano
¿cómo terminamos tratándola
como  a una palabra extranjera?
lo accesorio esencial del teatro
el as de nuestras tragedias
¿podrías explicarme este escamoteo?
en el teatro    el ser humano es
un asesino
en realidad el asesino
se llama ser humano
me pregunto por qué nosotros
llamamos teatro
al teatro solamente   y no a la vida
y sabrías decirme por qué
tememos tanto
ver lo que no tememos
hacer
el crimen comienza en el desayuno
entre las tostadas los puñales   a la noche
ahogamos lo mejor de nosotros
bajo una almohada
no se cuántos niños.
(leído en el teatro Métaphore, en 1991, se conserva en la ‘Biblioteca de voces’)