Sobre su obra

Construcción Comparativa

De carta a la autora
Por José Kozer

CONSTRUCCIÓN COMPARATIVA

El título produce extrañeza, quizás todo el libro tiene la función de aclararlo. Libro de bello formato, límpido, como los propios poemas publicados: limpidez que aclara oscuridades espirituales, quizás haya que decir, inevitables.

Desde el comienzo se experimenta una sensación musical, quiero llamarla, música encabalgada. Fluye, y lo inasible queda a veces atrapado en las redes del texto. El arranque en p. 9, bello, muy bello, sirve de ejemplo.

El poema participatorio se mueve de lo astral a las corporificaciones, y viceversa. Así, planos aparentemente disímiles, se conjugan, conjuntan. Son las constelaciones, pero éstas, en cuanto “barco completo de su misma trayectoria.” Se experimenta lo material preñado de lo metafísico y en precisión material, como si a través de la ternura de mujer materializara el imposible metafísico.

Simultaneidad: espacios donde el horror sostiene origen (vulva) y manifestación (rosa). Se trata entonces de una construcción, no artificio sino naturaleza de desconocimiento, búsqueda, comparativa. En muchos poemas, la taracea, lo incrustado, pero no muerto sino abriéndose a la luz, y en cuanto tal, música y diapasón: arquitectura. El granito es letra viva.

El náufrago se atreve: va a los bordes. Y encuentra la extensión de la sed, arena de vida: y ahí, justo ahí, aparece la clásica imagen del puerto, matriz, ámbito proyector. La madre, esa ternura; la mujer, el Eros manifiesto que es carne sin dejar de ser compañía compartida en cuanto deseo de encuentro y reencuentro continuos.